Prólogo I: Desde El Lugar Donde Mora El Dios De La muerte






En este lugar, a menudo este era el caso...

"Si... si llegamos a ser adultos sin morir, ¿estarías dispuesto a casarte conmigo?"

La niña con el pelo rubio y con un rostro amable decia mientras lloraba.
En respuesta a esa inmotivada mirada, los ojos del niño decayeron... 

Sin embargo, de algún modo, sus ojos que se mantenían secos aún guardaban un sentimiento de vacío, y miro fijamente a los humedos ojos de esa niña.

"Si llegamos a ser adultos sin morir..."

Ese tipo de cosas son imposibles.
pensaba El niño.
No, la niña tambien podría pensar en eso.
Ya que nosotros moriremos
En este lugar...

En este orfanato, donde la muerte se desborda.
La muerte realmente se desbordaba.
Incluso estos dos pequeños niños comprendian su alcance; la muerte se estába desbordando en el mundo.
Es por eso que...

La niña murmuró.

"Si sobrevivimos... tu podrías..."

El niño no respondió.
Porque el murmullo de la niña, un sueño interminable que nunca se haría realidad, como una ilusión, fue fugazmente escuchado

"Si sobrevivimos... podrías..."

Sin embargo, sus palabras fueron interrumpidas.

Un hombre de mediana edad que vestia un traje negro sobre su cuerpo, de repente tiró del pequeño hombro de la niña hacia el y le advirtió:
"Ya es hora. El llanto termina aquí. para ti, la debilidad conocida como "Sentimientos" es innecesaria. moriras si eres débil. simplemente es eso".

Cierto.
Simplemente es eso.
Ella lo comprendio.
La niña hace una expresión de miedo por un instante,

"Sí..."

Y, a continuación, ella asintió con la cabeza.
Entonces, miró detenidamente la cara del niño pero, el niño seguia tan serio como siempre, con una mirada sin motivación, aparto la mirada, sin decir nada más
De una u otra manera no parecia que el Niño no tenía intención de darle una respuesta a las palabras de la niña...

"............"

Es correcto.
Ella lo entendió.
Después de todo, ya que ellos van a morir, no habia ningún significado en que hicieran una promesa como esa.
La cara de la niña se congeló.
Quizas Nunca vuelva a sonreír.
Es cierto, pensó.

"Nos vamos".

Instada por el hombre, la niña comenzó a caminar.
En un camino que no tenía ningún significado...

Sin tener un objetivo.
Sin sueños.
Sin esperanza.
De aquí en adelante ella se volvería la marioneta de este hombre.
Una Marioneta.
Y---

“Oi”.

En ese momento, el niño repentinamente levantó la voz.
Todavía careciendo de ambición, en el mismo tono de voz de siempre.

Esa voz le dijo a ella:
“Sabes, lloras demasiado. No digas cosas como que "Moriremos". Si eres tu, seguramente vivirás. Ya que eres muy obstinada. Y yo no planeo morir tampoco. Así que...”.

La niña miró sobre su hombro sin pensarlo. Una vez más, la emoción volvió a su rostro.
Sus lágrimas se desbordaron de nuevo.

Viendo eso, el niño, con un aspecto preocupado sobre su rostro; sonrió... y dijo:
"Así que no mueras tampoco".

"¡...Claro!".

La niña asintio con gran fuerza.

Una rápida, promesa entre amigos de la infancia.
Esa promesa, fue firmemente grabada en el corazón de la niña...

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